El rastro de la Guerra
El pueblo de Belchite es popularmente conocido por haber sido escenario de una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil. En el imaginario colectivo de la población española siempre suele aparece Belchite cómo uno de los símbolos indiscutibles del conflicto fratricida. Calles desoladas, iglesias en ruinas o paredes agujereadas por la metralla son algunas de las escenas que se pueden ver en este pequeño pueblo, donde el tiempo parece que se paró hace más de 80 años.
A escasos tres kilómetros del pueblo viejo, se encuentra el verdadero horror de la guerra, su cementerio, donde se encuentran los cuerpos de cientos de vecinos asesinados y arrojados en los meses de julio y agosto de 1936 a un centenar de fosas comunes. Cuerpos atados de pies y manos, cráneos atravesados por impactos de bala y capas y capas de cal viva rodeando los cadáveres. No existe ningún patrón como se aprecia en otras fosas de la posguerra, se trata de enterramientos caóticos que muestran la violencia más cruel de los primeros meses del conflicto.








